martes, 20 de noviembre de 2012

De condescendientes y de hombres


            Condescendencia. Amarga palabra. Y amargo el proceso que lleva hacia ella. La RAE la define como la acción de adaptarse por bondad al gusto o voluntad de alguien. Pongo en duda esa bondad académica. No creo que la condescendencia parta de un acto de bondad, sino de un acto de desinterés y desgana producto de un proceso de desilusión continua y que puede desembocar en cinismo.

            Aprovecho la ocasión para tirar de las orejas a sus ilustrísimos académicos de la Lengua y recordarles que la primera regla del arte de definir es que la palabra definida no puede formar parte de la definición. 

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