martes, 18 de diciembre de 2012

Privilegios mal entendidos

Simplemente encantador.


            A pesar de estar ya en diciembre, una familia de patos sigue visitando diariamente una fuente que hay cerca de casa. A pesar de que este año no han migrado a zonas más cálidas, mis vecinos patunos se pueden sentir afortunados por no ser víctimas de una de las torturas más espantosas toleradas hoy en día: el gavage.

Además de por la crisis, el paro y el fin del mundo, 2012 también pasará a la Historia como el año en que un Estado norteamericano prohibió el consumo y el comercio de productos derivados de patos, ocas y gansos engordados a la fuerza.

            Aunque la propuesta fue ya firmada por Arnold Schwarzenegger en 2004, ha habido que esperar hasta julio del presente año para que se hiciera efectiva la prohibición en el Estado de California.

            Algunos dicen que esta ley acaba con el derecho de los consumidores y de los chefs a elegir qué consumir y qué cocinar. Esto es como decir que prohibir la venta y la posesión de armas arrebata a los ciudadanos de su derecho a elegir contra quién disparar. Es como afirmar que prohibir torturar a los prisioneros de guerra es atentar contra el derecho de los soldados a mear sobre quién les plazca, por ser comedidos.

            La técnica del gavage consiste en introducir un tubo hasta el estómago de las aves a través del que se introduce una cantidad tal de alimentos, principalmente maíz, en tan corto periodo de tiempo que el hígado de patos, ocas y gansos aumenta hasta 10 veces su tamaño. Y esto no es todo: durante su corta vida, las aves viven hacinadas en espacios oscuros y de reducido tamaño que no sólo las mantienen alejadas de su hábitat natural – el agua – sino que ni siquiera pueden estirar sus alas. A menudo, los animales que llegan a adultos son degollados y abandonados a su suerte mientras se desangran porque así se consiguen hígados con menos sangre. Algunos de ellos sufren la amputación del pico para que la introducción del tubo sea menos dificultosa. Las hembras más afortunadas son gaseadas cuando aún son crías porque su hígado es más fibroso que el de los machos.

            John Burton, legislador californiano que redactó la ya ley, afirma que la alimentación forzada de los palmípedos “es un proceso inhumano”. Nada más lejos de la realidad: sólo los humanos hemos sido capaces no sólo de inventar esta técnica, sino también de ponerla en práctica.

Muchos países ya han prohibido la producción, el comercio y el consumo de los productos obtenidos de manera tan cruel. España es uno de los pocos países europeos que aún la tolera.

Por supuesto que la tortura de los palmípedos no es la única tortura que existe, pero eso no la hace menos mala y más innecesaria. Para más información, visita la web de Stop Gavage.

2 comentarios:

  1. ¿Por qué no ha hecho Hollywood aún una película sobre esto llamada La lista de Schinduck? ¡Hipócritas!

    (PD: qué horror, pobres patos)

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