El ya
célebre reportaje sobre la obsolescencia programada me impactó y me
crispó (la acción de indignarse está tan pervertida que parece
haber perdido su significado), pero también me hizo reflexionar
sobre el valor que le damos a los objetos materiales. Los fabricantes
han invertido muchísimo dinero en crear mecanismos que anticipen la
fecha de perecimiento de los artículos que nos venden, pero desde
hace años estos malvados villanos han ido desarrollando una
estrategia de marketing mucho más efectiva y barata: generar la
necesidad de poseer. El éxito de esta campaña se puede observar
especialmente en el campo de la telefonía móvil. ¿Cuántos hemos
cambiado de móvil cuando nuestro terminal funcionaba perfectamente?
¿Cuántas veces lo hemos hechos? Satisfacemos nuestra primera
necesidad de cambiar nuestro iphone 4 por el muy mejorado iphone 4S.
¿Cómo voy a vivir sin mi iphone 4S? ¿Cómo va a resistir el mundo
esta generación incontrolada y despreocupada de residuos?
Reincidiendo en la generación de residuos (esta vez de enormes dimensiones), mi amigo Baldo me manda una foto que muestra el proceso de hundimiento del barco del canal de Jávea (véase entrada "Tirando barcos"). Esta foto fue tomada el pasado verano. Tiempo hubo para actuar.