Haciendo memoria,
reconozco que las últimas veces que las palomas han participado en
mis conversaciones ha sido a base de excrementos caídos sobre
hombros o cabezas despreocupadas, o a partir de comparaciones que no
hacen justicia ni a aves ni a roedores. En Nueva York han cambiado
las típicas palomas europeas por busardos colirrojos. Allí, como en
todas partes, hay personas que se quejan de la presencia de estos
pájaros pechopalomos pero,
al contrario que aquí, los busardos están bautizados y
perfectamente controlados por las instituciones neoyorquinas. Incluso
cuentan con una web (http://www.palemale.com/)
en la que periódicamente se publican fotografías de estos
majestuosos animales (y de otros que se han colado) que viven en la
ciudad desde los años 70.